sábado, 26 de enero de 2013

La Verdad Sobre el Amor







Siempre pensé que la vida recompensaba a aquellos que sabían amar. Creí que nuestro destino era encontrar a alguien que lograse entender nuestros caprichos y que nos alegrase al consentir los suyos. Siempre pensé que nuestro mayor objetivo era decir “te amo” con sinceridad. Pero ahora entiendo que el amor es una meta inimaginable de sentidos que hacen del hombre un merecedor. Nuestro regalo no es el amor, es la lucha que corremos por alcanzarlo. Nuestro regalo no es esa persona, sino las enseñanzas que ella nos deja. Nuestro objetivo no es decir “te amo”, sino alcanzar mil estaciones a su lado. Nuestro destino es caminar entre sueños, que se endulzan con su voz. Es navegar entre nuestras carencias con un bote repleto de ilusiones. Nuestra vida se resume en amar, ser amado y vivir por siempre con esa ley. La ley fundamental, el amor.




‎El amor es el desenvolvimiento de nuestra felicidad, limitado por su capacidad de entristecernos. Es a esperanza que vive, luego de cada desilusión, y la decepción que nace por la desesperanza. Es la tierna voz del odio, regulado por nuestros sentidos, encaminado hacia nuestra voluntad de obrar, de ser y de sufrir. Es el tiempo de nuestras vidas, la aventura de nuestros días y la esencia de nuestra muerte. Es egoísta con sus anhelos, pero genero con sus recelos. Es nuestro más grande significado, nuestra más perfecta cima, nuestra realización y nuestro sentido. Nuestro carisma en el olvido y nuestra tristeza en el recuerdo. Es lo que es, porque el amor es un todo sin totalidad.






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